viernes, 11 de mayo de 2012

Capítulo 3: Vueltas, vueltas, vueltas.. ¡PUM!

 Cuando era pequeña, me gustaba imaginar como continuaba la historia de Blancanieves, mi princesa preferida. Siempre me preguntaba como era su viaje con el príncipe a palacio, como era ese perfecto palacio, las cosas que le deparaban en un futuro... como era el cambio de su vida en general, vamos. Y sobre todo si alguna vez pudo sentir miedo.

 Porque ahora la que tiene miedo y se siente como Blancanieves soy yo. Claro que ni he tenido 7 enanitos como amigos, ni el príncipe azul me acompaña. (Y tan príncipe). Pero sí que encuentro a Barcelona como un palacio encantado, de ensueño. Barcelona es preciosa. Monumentos, edificios, la sagrada familia... incluso el cielo brilla más, es más azul.

 Todo esto lo observo con la ventanilla bajada, disfrutando del aíre que me da en la cara, fresco, huele a nuevo, y me encanta. Mi padre conduce. Consiguió vender nuestro viejo Ford a un buen precio, y compró un BMW por internet. Es de segunda mano, claro, pero va bien y el vendedor vive en Barcelona, por lo que no necesitamos nada más. Se agradece, es muy cómodo.

 Mi madre va en el asiento del copiloto, sintonizando la radio. Chasquea la lengua, no encuentra nada que le guste. Pero yo escucho algo que me llama la atención, una de mis canciones preferidas:

 -¡Deja ésa, mamá!

 En la radio del coche suena Paradise, de Coldplay


 Música alta, viento en la cara, vista agradable. El miedo disminuyendo... No es tan malo después de todo.


 ~4 Días antes...~

 Llamo al timbre de la casa de Ángela. Unos segundos después, abre la puerta. Cómo si hubiese estado esperándome impacientemente.

 -¡Tía, tienes que ayudarme! ¡Estoy metida en un movidón! - se la ve desesperada, tiene los ojos hinchados y la nariz rojiza. Ha estado llorando.

 -¡Án- Ángela! - me asusto. - ¿Qué ocurre?

 Ella me coge del brazo y tira de mí hacia el interior de la casa.

 La casa de  Ángela siempre me ha parecido preciosa, y es enorme. Siempre huele a incienso, y está limpia y ordenada.

 En el piso de abajo, un enorme salón lleno de cuadros, una lujosa cocina, baño y la habitación de invitados, que sirve para cuando me quedo a dormir allí; Cuando éramos pequeñas esa era nuestra propia selva, y nosotras saltábamos en las camas como auténticos monos.

 En el piso de arriba está su habitación -un enorme altar a su ídolo, Lady Gaga-, la habitación de sus padres, la de su hermano pequeño, un segundo baño y una enorme terraza, que llega a ver toda la urbanización en la que vivimos.

 Entramos en su habitación, ella se sienta en su cama, yo en la silla de ordenador. Me pongo a dar vueltas y vueltas.

 -¡Ésto molaba! -digo entre carcajadas y mareos, sin parar de dar vueltas.

 Su rostro está inespresivo. Sé que algo malo pasa.

 -Val...

 -¿Ésta silla no está más baja que de costumbre? -intento cambiar de tema con estupidez.

 -Val...

 Detengo la silla y la miro. Ha comenzado de nuevo a llorar. El corazón se me encoje, y quiero acompañar su llanto.

 -¿Qué ocurre? -pregunto finalmente.

 - ¡Estoy embarazada, Valen! -dicho esto, se echa a llorar terriblemente.


martes, 8 de mayo de 2012

Capítulo 2: ''En las nubes''

Estoy cansada, me siento en un banco dónde hay otras personas esperando a su vuelo- Me duelen los pies. El nuestro sale a las 12:00 del mediodía. La espera es completamente agotadora.

 Mis padres están desayunando en la cafetería del aeropuerto. Yo no he ido con ellos, no tengo hambre. Me han mirado con cara rara, pero no han dicho nada y me han dejado sola. Saben que no intentaré escapar, no tengo ganas.

 El tiempo pasa lento, eterno, las agujas apenas se mueven, y es que, a pesar de que no quiero irme a Barcelona, quiero llegar a mi nuevo hogar e irme. Imaginando que duermo, consigo dormirme de verdad.

 Tengo pesadillas.

 ~4 Días antes...~

 -¡¿Cómo dices?! - pregunta Ángela, nerviosa.

 Ángela es lista, la mejor de la clase en todo. Es popular, exitosa, triunfa en lo que quiere. Nos conocemos desde que éramos unas crías. Ella y yo hacíamos castillos de arena, y no era tan bondadosa como lo es ahora, empujaba a los niños pequeños en el patio. Pero ahora es la mejor persona que conozco. Además es la única amiga que ha seguido a mi lado cuando empecé a salir con Manu, las otras salieron por patas y no han vuelto a dirigirme la palabra.

 -No me hagas repetirlo...- murmuro con pesadez.

 -Pero, ¡¿Cómo que te vas a Barcelona?! Joder, tía... ¿Se lo has dicho ya a Manu? - Eso duele, la piel se me pone de gallina. Ella aún no sabe aún la razón de por qué me voy ni lo que me ha echo él a mí.

 -No, él... él ha cortado conmigo.

 -¿En serio? ¿Por qué?

 -Porque lo nuestro no iba bien -miento.

 Pero Ángela es un detector de mentiras.

 -¿Qué es lo que pasa, Val? - pregunta. -Quiero la verdad, ¿eh?

Suspiro profundamente y le cuento lo que pasó hace dos noches, lo del mensaje de móvil y el castigo de mis padres.

 -Creen que me vendrá bien un cambio de aires - recalco mentalmente las tres últimas palabras.

 -Vaya mierda tía...

 Silencio.

 -Uff, ¿puedes quedar por lo menos? - me pregunta esperanzada.

 - Estoy castigada ¿recuerdas? Aunque, pensándolo bien... ¿No querían mis padres que me diese el aire? Pues bien, eso haré. Paso a recogerte.

 -Ok, chao.

 Y cuelgo.

 ~En la actualidad...~

 -Valen, despierta, tenemos que embarcar. - me dice mi madre, agitando suavemente mi brazo.

 Me levanto. Ya he ido un par de veces en avión, a Francia y a Londres, soy.. era una buena estudiante. Los idiomas eran mi fuerte y ganaba becas para el extranjero. Todo esto fue antes de Manu, claro. Nuestras maletas ya las han subido, ahora vamos nosotros.

 En cuanto pongo los pies en el avión, un escalofrío recorre mi cuerpo, y sé que ya es definitivo, que no hay marcha atrás, que la ciudad de Barcelona me está esperando.

 ~45 Minutos después... ~

 He vuelto a dormirme, ésta vez en el avión; increíblemente estoy muy cansada. En unos minutos aterrizará el avión y mi vida cambiará por completo.

 Ha sido viaje rápido, fugaz.

 Veo el cielo que sobrevuelo, las nubes cerca de mí y por un momento, creo que no está todo perdido. Un megáfono y la azafata de vuelo nos avisan de que nos abrochemos el cinturón. Vienen turbulencias.

 Turbulencias en forma de nervios.

sábado, 5 de mayo de 2012

Capítulo 1: Destino: la gran ciudad.


 Padres. Ya es de por sí malo que quieran controlar toda tu vida, como para que también elijan tus amistades. Juro y perjuro que una intenta controlarse y mantener la calma, pero es tan difícil... que se lo digan a mi maleta vieja y llena de polvo que estoy haciendo en estos momentos.

 ¿En qué momento se les ocurrió? ¿Antes o después de encerrarme en la habitación de un portazo? Es cierto que últimamente los tres estamos algo distanciados y que me paso un poco de la raya. Pero, ¿es necesario todo esto? ¿mudarnos a Barcelona? ¿en serio?

 Suspiro impaciente y me siento en mi cama, como si esperase que mis padres cambiaran de idea, con todas las esperanzas de que así fuese, aunque claramente la decisión había sido definitiva e irrevocable, o al menos pensasen en ello.

 Pero sé perfectamente que no lo van a hacer, que estoy perdida.

 También arrepentida, sé que estas últimas semanas me he comportado como una imbécil, rebelde, descontrolada, contestona. Yo nunca he sido así, pero algo ha cambiado.

 Porque la semana pasada la cagué, y aunque me arrepienta de ello, no tengo una maquina del tiempo que me ayude a arreglarlo.

 ~6 Días antes...~

 Me cuesta respirar, me duelen los pulmones y la garganta del esfuerzo al hacerlo. No recuerdo haber corrido tanto en mi vida, creo que se me va a salir todo el organismo interior por la boca. Y es que estoy asustada, agotada, al borde de la axfisia. O del infarto. Pero no puedo detenerme, los policías están cada vez más cerca. Y me van a coger, por mucho que corra van a cogerme. Y entonces se me va a caer el pelo.

 No ha sido buena idea venir, pero Manu insistió tanto, con su sonrisa, su mirada, y esa postura que me volvió loca desde hace ya varios meses. Esa postura de chico malo. Es cierto que se mete en muchos líos y que monta unos escándalos enormes, pero no es tan malo como la gente dice.

 Sólo es.. diferente. Vive en su mundo sin reglas, y por eso me gusta tanto.

 Hace un mes que nos enrrollamos en la fiesta de Mario, en el cuarto de baño. Pero no pasó nada fuera de lugar, no hubo sexo. Pero sí besos, caricias, la temperatura subió a medida que las agujas de reloj avanzaban. Ahí empezó todo. Él no quería hacerlo publico, decía que había que esperar al momento adecuado. Yo le creí, aunque deseara con todas fuerzas contárselo a los cuatro vientos. Pero no lo hice.

 ¿Que por qué estamos huyendo de la policía? Eso es fácil, por allanamiento de morada. Manu me convenció para que esa noche nos colásemos en la casa del profesor de historia, al que se la tiene jurada y con unos botes de spray le garabateásemos las paredes de su chalet. No quería participar, en todo caso acompañarle nada más. Pero me entusiasmé como una tonta y yo también pinté. El profesor no dijo ni pío, porque ya nos había visto hacerlo. Pero se calló la boca y directamente llamó a los cuerpos de seguridad. Y ahora estoy corriendo SOLA. Por las calles.

 Tropiezo con el bordillo al cruzar un paso de cebra y caigo.

 Entonces un hombre uniformado me levanta con brusquedad y me pone las esposas.

 ~Al día siguiente de lo ocurrido...~

 Entramos por la puerta de mi casa. Mis padres están a punto de decir algo, pero los ignoro por completo y subo rápidamente las escaleras hasta llegar a mi habitación. Me hecho en la cama, llorando como una idiota.

 ¡Ha sido horrible! Los agentes lo dejaron pasar por esa vez y llamaron a mis padres para que viniesen a recogerme en cuanto les conté lo sucedido. Lo peor no fue la regañina ni las caras decepcionadas de mis padres.

 Lo peor fue el castigo. Mientras íbamos al coche camino de casa me dijeron que mi vida tal y como la conocía iba a cambiar para siempre.



 -¿He oído bien? - pregunté con voz ronca desde el asiento trasero.

 -Sí, Valen. Nos vamos.

 -¡NO! -chillé con todas mis fuerzas.- ¡Yo de aquí no me muevo!

 -¡Valentina Sánchez Muñoz! ¡Nos mudamos a Barcelona! ¡Y no se habla más! -chilló mi padre enfurecido, tratando de mantener la concentración en el volante.

 Mi madre interrumpió:

 -Valen, en los últimos días estás irreconocible, no sabemos que hacer contigo. Y pensamos que cambiar de aires quizá te ayude. Te ayude a ser como era antes... Queremos lo mejor para ti...

 -¡Déjame en paz! -interrumpí.- ¡Vosotros lo que queréis es enjaularme!

 Mi padre pegó un frenazo, abastándonos a las dos.

 -Valentina, sabes perfectamente que llevamos razón. No nos lo hagas repetir más -suspira, agotado.

 Mi orgullo quería seguir replicando, pero me callé. Pues tenían razón. Manu me había cambiado. Pero a mí él me gustaba. Y estaba cien por cien segura de que él era todo lo que necesitaba. Aunque, a estas alturas, por lo de dejarme tirada anoche, huyendo él solito, hasta yo misma dudo.



 Me seco las lágrimas y saco un cigarro de la mesilla de noche. Lo necesito. También empecé este hábito gracias a Manu, nunca me ha gustado el tabaco. Es más, lo he odiado toda mi vida. Pero hace unas semanas fumo, y en ocasiones tengo que hacerlo. Doy una calada, suspiro. Luego otra.

 Entonces suena mi móvil. Un mensaje. De Manu.

 ``Valen, me he cansado de toda esta mierda. Eres una buena chica y estás buenísima. Pero creo que deberíamos dejarlo. ´´

 Lo leo de nuevo, intentando ver que es un fallo, que lo he leído mal. Pero no, claramente ha roto conmigo. Por mensaje y diciendo que ''Estoy buenísima'' ¿Nada más? ¿Sólo estoy buena?

 Tiro el cigarro por la ventana. Estoy cansada, ni siquiera me apetece llorar, sólo dormir.

 ~En la actualidad...~

 -¡Valen, date prisa! ¡Vamos a llegar tarde! - me llama mi madre desde el piso de abajo. ¡Cómo si me importase que llegaremos tarde al puñetero aeropuerto!

 Cierro la cremallera de la maleta, miro por última vez mis cuatro paredes preferidas y cierro la puerta de mi habitación para siempre.